23 abr 2008

INSISTENCIA.



Si algo caracteriza a los jóvenes artistas del país es precisamente la insistencia de tomar el arte como una bandera para proyectar, además de la inquietud y vocación creadora que los mueve, la necesidad de darle rienda suelta a sus necesidades existenciales.

Es por ello que abrirle espacio a esa realidad y sentir es verdaderamente significativo, permitiendo encontrar en lo colectivo una fuerza que se nos muestra cada día más reveladora.

“Insistencia” es en sí misma un escenario humano que describe formas del ser, de crear y en especial, maneras de conformar espacio para albergar retratos marcadamente emocionales.

“Insistencia” pluraliza el sentir desde el lugar compartido que recrean Ferrer, Parrella, Rosas y Valera, quienes teniendo como característica común el imperioso deseo de pintar, proponen desde parcelas individuales demostrar la vigencia de un oficio que cada vez más busca afianzarse como cuerpo de pensamiento.

Su obra reciente envuelve circunstancias muy personales, unas se ocultan, se mimetizan en el trazo, otras a partir del gesto se transforman en sensaciones intimistas. Se asoman desde el plano para convertirse en miradas abiertas que trasmutan realidades y complejidades de vida.

Parrella genera manchas que transitan por los umbrales de la luz, encontrando en la sombra una suerte de impronta de lo fugaz, de lo perecedero detenido en un instante por la mirada del pintor. Valera borra todo vestigio externo para encontrar en el color su principio plástico, convirtiendo sus trazos en espacio de cosmogonía interior, logrando por qué no, conectarnos con un paisaje que se construye también a partir del acercamiento de la mirada.

Rosas acude de igual modo al color, haciendo énfasis en retratar lo cotidiano, todo aquello que lo envuelve en su devenir por la ciudad. Su línea desenvuelta configura símbolos de nuestra caótica urbe. Ferrer por su lado, dramatiza la realidad, le pone rostro internalizado. Devuelve un espejo convertido en sus más cercanas vivencias afectivas, en todo aquello que le brinda arraigo, que le ofrece conectarse con sus propias raíces.

Cuatro creadores que piensan la obra como una película introspectiva, donde no se les escapa nada. Todo quiere ser retenido para convertirlo en miradas que hoy se juntan para hacerse diálogo, para encontrar en el otro el ejercicio de reivindicar el arte desde la libertad misma, aquella que no se compromete, que se hace lucha diaria, entre el sentir y el hacer. Cuatro creadores que por insistencia asumen el riesgo y la responsabilidad de hacer de la pintura un verdadero proyecto de vida y una sensible voz en el contexto del arte joven.

Insistencia esta que va mas allá para demostrar no sólo “que el que persevera alcanza”, sino además, que el que cree en el arte como extensión de sí mismo, puede darse el lujo de pintar con libertad.

Alberto Asprino

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