18 ago 2007

INTEMPERIE

















TIEMPOS PARA PINTAR SOMBRAS

Si bien Paul Parrella pertenece todavía, por un tiempo más, a la categoría de los “jóvenes artistas”, ésta en su caso se ha vuelto ya mera referencia cronológica. Paul es pintor -e insisto en el término-, de oficio y de convicción; ha encontrado en la pintura, y no en otra disciplina plástica, la herramienta técnica y el universo conceptual que corresponden a sus dotes y arrojo creativo.


Hace poco ha dejado atrás los tanteos y las dudas del aprendizaje, cuando no los experimentos. Pero ya de la pintura conoce cómo respetar o irrespetar los usos técnicos, cómo apoyarse en –o desconstruir- su tradición, el gran relato de su Historia. Y esto desde la elaboración artesanal de sus bastidores, la imprimación de sus telas y la mezcla de pigmentos, hasta la inspiración en la naturaleza que, en última instancia, casi siempre está ahí, en la pintura, a veces explayada y otras oculta.


No sólo la naturaleza nunca se agota en la pintura, sino que es fuente de acercamientos siempre renovados, aun en la interpretación de un artista venezolano de inicios de este siglo, aun después del Círculo de Bellas Artes, de la Escuela de Caracas, de Armando Reverón y de los nuevos paisajistas. Entre el taller de Paul Parrella, que más que taller es jardín, y el cercano Ávila, una espléndida trinitaria parece estar ahí, como un desafío, sólo para ser pintada. Pero el artista no se deja seducir y prefiere otros senderos menos transitados. Así es como se ha dedicado a un estudio de elementos de la naturaleza, inasibles si los hay: el agua, sus superficies y sus reflejos, y ahora, más intangibles aún, las sombras.


Porque aquellas manchas negras de las actuales pinturas de Paul nacen del levantamiento del contorno de las sombras sobre las telas extendidas bajo los árboles. A partir de una relación muy física con el entorno, y del contacto con lo más humilde y fugaz, se trata como de llevar a un extremo esa tensión de siempre entre lo irrepetible y transitorio del objeto de esta pintura y lo perenne de la pintura misma. Bajo la más leve brisa, el más imperceptible mecer de las hojas producen otras formas en el suelo y en la tela, y el dibujo se desdibuja. Entonces intervienen otras tesituras del tiempo: por una parte, el que la naturaleza misma impone al arte; por otra, el que el arte impone al arte, y que se transforma en otro elemento que transita Paul Parrella así como recorre el espacio de su jardín, creándose un íntimo cronotopo.


Es el tiempo de los impresionistas y su debida atención a todo lo que se mueve, apenas surge y ya desapareció. Es el tiempo de Reverón y de su pintura iluminada por el sol del Caribe, los reflejos que encandilan y las sombras que también iluminan. Y no sólo eso, pues como buen artista contemporáneo, Paul sabe hacerse acompañar por el arte de otros como por una segunda naturaleza. Y de entre la gestualidad que involucra al cuerpo como en una danza ritual, de la relación espacial que demanda la tela extendida en el suelo, de la aparente casualidad de los trazos, de la textura que accidenta la capa pictórica, del contraste blanco-negro, se recrean en su propio trabajo el tiempo y la impronta de los expresionistas abstractos y de los informalistas.


Pero este bagaje está tan interiorizado, al límite de lo inconsciente, tan hecho algo natural en el pintor, que de ninguna manera frena o entorpece las condiciones imprescindibles para que estas obras nos puedan convencer y conmover: la espontaneidad, la rapidez del proceso a tono con la inestabilidad de su motivo, el fluir del instinto, la libertad otorgada a los materiales.


Aun así, el artista no se da plena licencia: en este caso, limita sus colores al tono natural de la tela dejada al descubierto en algunas zonas, al blanco y al negro. Es como un ejercicio de renuncia (el experimento de marras), después de que el color fuera protagonista de sus anteriores trabajos. Es una manera de definirse en la pintura y de redefinir la pintura, como una reflexión sobre el oficio y sus exigencias. Pero no es una renuncia a todos los matices, todas las modulaciones que otorgan el blanco y el negro. Los blancos se van tornando menos blancos y al hacerlo se confunden con el fondo de la tela, así como lo pintado se confunde con lo no-pintado. Según la delgadez o el espesor de sus texturas, según son aplicados con calma o arrojados con violencia, los negros se tornan opacos o vibrantes, apacibles o dinámicos, neutros o cálidos.


Y es una pintura que se apodera del espacio, que se hace espacio al ir conformando una instalación gracias a la que el artista quiere reproducir para el espectador la “sensación envolvente” (según sus palabras) que le produce el convivir con la naturaleza. De este modo aborda otra dimensión del arte: la de comunicar, de compartir. De hacer visible para los demás esas cosas nimias y a la vez esenciales a las cuales el artista es más sensible.


En Parrella, la juventud no es sinónimo de ingenuidad sino de riesgo, de atrevimiento para repensar la pintura desde su esencia y su práctica, y para reafirmarla en su constante vigencia.



Federica Palomero/julio 2007




















EL NACIONAL - Miércoles 22 de Agosto de 2007 Escenas/5

Escenas

ARTE La luz y su antónimo son las excusas que este joven encuentra para pinta
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Paul Parrella bajo la Intemperie
Expone sus apuntes sobre la luz en blanco y negro. La individual inaugura hoy, a las 8:00 pm, en La Carnicería

MARJORIE DELGADO AGUIRRE




Las obras de Parrella se funden en el espacio de la galería como un gran tapiz [aleXaNdra BlaNco]

Blanco y negro. Luz y sombra.

Estas palabras parecieran sugerir conceptos de sencilla aplicación en la pintura, clases básicas de artes plásticas en el bachillerato o las primeras prácticas de las escuelas de arte. Sin embargo, ambos dúos, lejos de ser sinónimos de simpleza, encierran complejidad en el quehacer estético actual de Paul Parrella. La Carnicería, espacio para el arte ubicado en el Taller de Fotografía Roberto Mata, inaugurará hoy, a las 8:00 pm, la segunda muestra individual de este artista cumanés.

En Intemperie, nombre que recibe la exhibición que ha convertido a La Carnicería en una especie de bosque sin verde, Parrella presenta obras de gran formato con las que hace eco de su mirada atenta a la sutileza del paisaje. Esta vez, a diferencia de sus trabajos anteriores, el pintor no ha abordado la tela con el apremio del color, sino que se ha volcado a la pintura con los matices y las texturas que puede lograr con el blanco y el negro. El tránsito entre la mezcla de pigmentos coloridos a la mezcla de estos dos colores no fue fácil, pues ya había logrado un trabajo consistente como colorista, pero Parrella es de los atrevidos en el acto de crear. Con sus manchas pastosas negras y sus claroscuros, el artista vuelve sobre el tema que lo inquieta: los instantes efímeros de la naturaleza.

"Mi búsqueda no es el paisaje eterno, sino los instantes fugaces. Yo me acercaba al paisaje desde el color, pero ahora más que registrar el color me interesan las sombras a las que retrato en fotografías y sobre las que tomo apuntes en mis libretas. Estas son mis anotaciones sobre la luz. Para ello, a la intemperie, acuesto la tela en un espacio y tomo el juego de luz y sombra que se proyecta. Me interesa captar ese instante que no se va a repetir más para perpetuarlo en el tiempo, no para reproducir a la naturaleza, sino para hacer mi propia interpretación de sus momentos", comenta el artista.

Esta obra reciente es la traducción del tránsito cotidiano del artista por las calles caraqueñas cercanas a su taller. "Antes, para trabajar, yo me iba a buscar el paisaje, por ejemplo iba a buscar el reflejo de agua (Claro de agua, 2006). En cambio, con este trabajo la sombra está ahí, en las calles que recorro todos los días. Sucedió que me enamoré de ese instante mágico en el que hay mucha luz, que apenas unos segundos después, se puebla de sombras. Yo, desde el asombro, miro este escenario aparece y desaparece, la sombra es un motivo de asombro y yo lo tomo como excusa para pintar", afirma Parrella.

"Todo lo que yo quiero decir, lo puedo decir con la pintura", dice el artista. Federica Palomero, curadora de la muestra, lo suscribe. La investigadora considera que "si alguien de la gente joven es realmente pintor de oficio, ese es Parrella, no sólo por la soltura con el medio, sino por su riqueza pictórica. En este trabajo hay una continuidad en el interés por sentir y expresar los fenómenos inasibles de la naturaleza desde la abstracción".

La Carnicería está ubicada en la Avenida Trieste, con calle Madrid, en la California Sur y su horario es de lunes a viernes, de 9:00 am a 8:00 pm.




Perfil de un pintor

Paul Parrella nació, en 1980, en Cumaná. "En esta ciudad del oriente venezolano, dice el artista, no hay prácticamente un lugar en el que te pares y no veas un horizonte, y quizá de allí surgió mi amor al paisaje". En 1998 se trasladó a Caracas y la naturaleza no se le perdió de vista. Es licenciado en artes plásticas, mención pintura, del Instituto de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón. Ha participado en más de 15 exposiciones colectivas, entre ellas la más reciente edición de Jóvenes con FIA. El Salón Caroní (MAO, 2007) le concedió este año el reconocimiento mención pintura.


22/8/2007

Nota de prensa de la Galería

La Intemperie en agosto de Paul Parrella


Fuente: Prensa La Carnicería
Autor: Prensa La Carnicería
Este miércoles 22 de agosto a las 8:00 p.m.

La Intemperie en agosto de Paul Parrella

La Carnicería Arte Actual irrumpe nuevamente en el circuito del arte de la urbe caraqueña, invitando a este destacado artista cumanés a exhibir su temporalidad entre el blanco y el negro, cuya obra estimula a mostrar un cambio de matices que experimenta una percepción diferente del espacio.

Según la curadora de la exposición, Federica Palomero “En Parrella, la juventud no es sinónimo de ingenuidad sino de riesgo, de atrevimiento para repensar la pintura desde su esencia y su práctica, y para reafirmarla en su constante vigencia”. Con estas palabras finaliza la hoja de sala la curadora, dejando ver la audacia del joven artista a verbigracia de una propuesta que implementa la apología del clásico negro y blanco.

Paul Parrella, nacido en Cumaná en la década de los ochenta y residenciado en Caracas, es licenciado en Artes Plásticas, mención Pintura, egresado del Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón. La participación en exposiciones colectivas, sin duda alguna escenarios importantes de confluencia para el artista, se menciona en el año 2007 el X Salón Jóvenes con FIA (C. C. Corp Banca), Salón Caroní (MAO), Destellos y Rasgados (Ateneo de Valencia), Celebrar a Reverón (UNIMET); en el 2006 Cuerpos pintados (GAN), XXI Salón Nacional de Arte de Aragua (Maracay), PIXEL (Galería El Espacio); el 2005, Celebrar a Narváez (Galería Artepuy), Papel-on y Pinton (Galería El Espacio), Arte en juego (Museo de Bellas Artes). Ha expuesto en individuales Color de agua (Galería ARTEPUY, 2006), Pinturas ante de la partida (UDO, 2000), entre otras. Recibió este año la Mención Pintura en el Salón Caroní (MAO).

El color y el paisaje en la obra de Paul Parrella dan paso al uso de sombras y claroscuros, que denotan su búsqueda por experimentar lo que está desguarnecido en la vista de su entorno. Una confabulación con el ambiente circundante logra plasmar en cada lienzo expuesto esa sensación de cuando alguno de nosotros se coloca debajo de un frondoso árbol y confluyen una multiplicidad de sombras.

La muestra que está compuesta por más de 70 obras se consolida en los espacios duales de La Carnicería Arte Actual que desde el 22 de agosto hasta el 19 de septiembre, para el beneplácito de todo aquel que desee indagar aún más las nuevas propuestas de éste joven artista, estarán expuestas a la Intemperie. Un espacio como ésta singular galería, creada en octubre de 2006, está ubicado al este de la ciudad, en la Avenida Trieste con avenida Madrid, La California Sur (en los espacios de Roberto Mata Taller de Fotografía). Para mayor información puede comunicarse por el ) 915.07.89 o por el correo electrónico lacarniceria@gmail.com.


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Caracas, martes 28 de agosto, 2007

"El problema no es innovar sino decir algo"

"Intemperie" es el título de la muestra de Paul Parrella en La Carnicería

MARÍA GABRIELA MÉNDEZ

EL UNIVERSAL


"Busco la pintura en el paisaje". Esa frase del joven artista Paul Parrella revela su afición por registrar los pequeños instantes que lo atrapan, esos gestos imperceptibles para el común de la gente: el reflejo en un charco de agua, la luz que se cuela entre las ramas de un árbol, las sombras que se van dibujando de a ratos en el piso.


Parrella hace del micropaisaje una propuesta pictórica, no reproduciéndola sino como excusa para pintar.


Son manchas que traslada al lienzo y son, en definitiva, su manera de ver al mundo. Una manera a la que se puede acercar cualquiera que visite su muestra Intemperie, en La Carnicería (espacio del Taller de Roberto Mata, avenida Trieste con calle Madrid, La California Sur).


En esta muestra, Parrella rompe con el color: "No fue fácil porque a mí se me empezó a conocer como colorista y aquí es todo lo contrario. Las pinturas son en blanco y negro porque cuando llego a la propuesta no tenía sentido hacerlo con color. El color estaba fuera del contexto de la propuesta".


Esa experimentación le permitió conocer que aun en blanco y negro hay un universo de posibilidades.


"Parece un territorio restringido y resulta que es infinito".


Él no está negado a otros medios pero reconoce que cualquier cosa que haga va a ser una mirada de pintor: "Eso no va a cambiar. Yo veo a través de la pintura. El problema no es innovar sino decir algo y ser honesto. El proceso puede ser el más tradicional y seguir siendo el más contemporáneo. Ahora pinta al que verdaderamente le gusta".


Además de pintar, Parrella hace sus bastidores, prepara la tela y fabrica las pinturas. "Me encanta el oficio. De esta manera cuando llegas a pintar ya hay una historia contigo y el cuadro. La manera de abordarlo es distinta y eso me enamora mucho". Parrella, asegura, se exige mucho y asume riesgos por una razón: "Estoy plenamente enamorado de lo que hago".




Caracas, 28 de Agosto del 2007 El Universal


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